sábado, 21 de noviembre de 2009

Maquillate.

"La verdadera belleza se distingue en una cara lavada y en una sonrisa sincera."

Después de aquel periodo multicolorista de la adolescencia en que llevaba zapatos de plataforma y el rostro lleno de potingues varios llegó "la etapa sin".
Sin zapatos de tortura, con tacones imposibles o incomodidades.
Sin capas y capas de pintura en la cara.
Sin escesos.
Y no es que me niegue a llevar tacones o maquillaje, pues en alguna que otra ocasión me he pintado los morritos de marrón rojizo y los ojos de negro carbón. Pero mi día a día y un sentido muy estricto de la higiene en el trabajo (en cocina no debes ir maquillada, ni con las uñas largas o pintadas. Sin cadenas, ni pendiente, ni anillos, ni pulseras o relojes) me llevan por la vida con la cara lavada y tan sólo la cremita hidratante.
Pintura, tacones y vestidos quedan relegados a momentos especiales.
El jueves tenía turno de tarde. Por la mañana tocaba consulta médica.
Me miré al espejo. El espejo me devolvió la mirada.
"Chica, hoy te vas a poner guapa."
Y con éstas, agarré la bolsita de potingues. Un par de pinceladas y quedé "aviá" para toda la mañana.
No se si sería por el maquillaje, por la minifalda con botas altas, por el escote o por una conjunción rara de planetas, pero...
...A los cinco minutos de salir de casa, un chunda-chunda con coche llamativo me dio una pitada larga y soltó una retahíla ininteligible que me hizo mirarme por si llevaba la falda subida o algo recolgando.
...En la consulta, un señor me cedió su asiento.
...El conductor del autobús me devolvió los buenos días sonriente, en vez del gruñido rutinario que tanto me emociona.
Por la tarde llegué a casa con el tiempo justo de cambiarme de ropa antes de ir al centro (y es que cuando sales de tu trabajo apestando a fritanga, procuras que la ropa más "especial" no entre en contacto con tu piel hasta que no haya un par de duchas de por medio, como mínimo).
A lo largo de la jornada los "¡Uy! ¡Pero qué guapa vienes hoy!" se repitieron sucesivamente a pesar del horrendo uniforme engordante y redondeante que portamos (gorro incluido).

Definitivamente, el maquillaje no hace sino disfrazarte, ocultando tus rasgos y escondiendo la realidad. Tu realidad.

2 comentarios:

Shi Sakebi dijo...

Completamente de acuerdo. Y no consigo hacérselo entender a la gente que me dice que me arregle, que me veré mejor, etcétera...
¡Al fin alguien que piensa como yo... y sabe expresarlo mejor ;-)!

Medias dijo...

Mujer, yo no estoy completamente en contra, que algunas veces te apetece "ponerte guapa"
¡¡Pero sólo algunas veces!!
Bienvenida, X'D