martes, 20 de octubre de 2009

Médicos y parapetos.

"Si la vida te da limones, déjalos de lado y cuenta un chiste."

Era un día lluvioso, gris, frío y absolutamente "pedorro". Uno de esos en los que mejor te quedabas en la cama con un edredón y el gato sobre los pies. Pero había que ponerse en marcha, madrugar, tomar un autobús hasta otra ciudad y aguantarse los nervios como buenamente se pudiera.
JimenaNena no quiso que entráramos a verla antes de la operación, así que ReinaMora y yo nos dedicamos a hacer tiempo por el hospital hasta que nos avisasen que la bajaban a quirófano. Un café, dos zumos y media catalana después decidimos que estaban tardando demasiado y subimos hasta la planta para estar más cerca.
Marqué el número de PapáCigüeña en mi móvil.
-Papá, estamos en la planta. ¿Falta mucho?
-Vamos por el pasillo que la bajan ahora mismo.
-Ags, ¡ahora nos escondemos!
Me giro hacia ReinaMora.
-¡Que viene! ¡Corre, que no nos vea!
Y corrimos hacia la salita apartada donde había máquinas de café y alimentos varios de calidad nula. Ahí podríamos verla pasar sin que ella se diera cuenta de nuestra presencia.
En un rinconcito, tapadas por las máquinas y unas amables señoras que nos sirvieron gustosas de parapeto, nos asomamos y vemos con gran asombro que la llevaban a los ascensores situados justo frente a nosotras. ¡No teníamos escapatoria.!
La reacción fue rápida y eficaz: ReinaMora levantó su chaqueta y se tapó la cara. Yo me puse a disimular mirando al techo... JimenaNena nos saludó desde su cama con ruedas, riéndose con ganas cuando localizó nuestro escondite.
¡Pero cómo pudo! ¡Con lo bien camufladas que estábamos! ¡Ni un elfo lo habría logrado, oye!
Lo que nadie sabe es que JimenaNena no es una humana normal y corriente. JimenaNena era, hasta hace poquito, una mujer biónica y, aunque una se jubile, no se puede dejar de ser una superheroína así como así.
La despedimos con la manita entre risas y lagrimones, corriendo raudas hacia las escaleras para reunirnos con PapáCigüeña en la antesala de los quirófanos, a la espera de lo que, suponíamos, serían unas largas horas de incertidumbre.
Dos horas después, para nuestra sorpresa, JimenaNena estaba fuera, despierta y ReinaMora ya se estaba colando con su bata blanca y su pase "de la casa" a Reanimación para darle ánimos y ser la primera en felicitarla por su nueva vida.

martes, 13 de octubre de 2009

Comida de hospital.

"Comer es un placer."

Dicen que la comida de los hospitales es mala, sosa y monótona. Yo no logro recordarla, hace demasiado tiempo que no me dan de comer en uno.

En la puerta del cuarto donde está JimenaNena ingresada tienen colgada la amenaza semanal. Es un papel viejo, muy viejo, decolorado por los años, medio roto y pegado mil veces con esparadrapo.
Para cada día de la semana tienen dos primeros, dos segundos y dos postres. No salen de ahí. Así que entre PapáCigüeña y yo le hemos ido colando pequeñas delicatessens culinarias tal como jamoncino cortado del bueno, mantequilla de la de verdad, orejones, ciruelas pasas, fruta fresca... Abres una de las taquillas y el olor de tanta acumulación de manjares te golpea delicadamente, invitándote a adentrarte en un mundo de sabores que la comida de hospital trata de hacerte olvidar.
Para rematarle la faena y bajo amenazas de sondarla la obligan a tomarse unos batidos proteínicos especiales que saben a una mezcla entre helado de vainilla del malo y medicamentos. Tres diarios. Así que, para contrarrestarle tal tortura, todas las mañanas le subimos una tostadina recién hecha con pan del rico, algunas veces catalana, otras sin nada para que pueda untarle la mantequilla.

Nosotros comemos fuera, de menú en la cafetería del hospital. Si algo distingue a este tipo de cafeterías del resto es el estilo culinario: Comidas saladas a rabiar, de rancho y hechas a desgana.
Siempre me quejaba de lo mal elaborados que estaban los menús en mi trabajo; pero en estos días he descubierto que hay un lugar aún peor: un lugar de leyenda en el que los alimentos nadan en las salsas, la margarina forma una fina película grasa en tu boca al tragarla y, de vez en cuanto, te intoxicas y te entran los mil males cuando el baño público más cercano está al final de un largo pasillo que se vuelve eterno.
Es un lugar en el que aprovechan las sobras del día anterior para realizar el menú de la noche y donde no ves una hoja de lechuga si pueden evitarlo.

Decididamente, los hospitales se llevan Cuatro Tenedores en la Guía Gansa del Peloche.

sábado, 3 de octubre de 2009

El spa.

"El agua es vida. La risa, da vida."

A Pinceldepelodemarta le había regalado su hermana un vale para una sesión de spa aprovechando que había sido su cumpleaños. Me preguntó si quería acompañarla y, visto que a lo bueno una se acostumbra rápido, decidí aceptar.
Y para allá que nos fuimos, sin cámara para inmortalizar el momento por miedo a que la humedad la destrozara como a la anterior, pero con los mismos ánimos.

-Vamos a los chorros lumbares.
-Jajajajajajajaja.

-Vamos a las burbujitas molonas.
-Jijijijijijijiji.

-Vamos a la ducha.
-Jaaaajaaaaaajaaaa

-¡Vamos al superburbujón!
-Jiiiijijijiji, jiiiiiiiiiiiiiijijijijijiji

-¡Vamos a las duchas frías!
-UuuuuUUUuuuuh, uuuuUuuuuuuuUUUhh jajajajajaja.

Empiezo a sospechar que Pinceldepelodemarta tiene la risa floja.