miércoles, 30 de septiembre de 2009

Es una suerte estar de baja médica.

"Tres cosas hay en la vida: Salud, dinero y amor..."

Primero te sube la fiebre:
-Mamá, ahí hay una señora que me habla.
-Hija, esa es la presentadora del telediario.

Después te da la vomitona:
-¿Cuándo he comido guisantes?

Más tarde se te cierra la garganta y no puedes ni beber agua:
-Está usted deshidratada, vamos a ponerle un gotero...

Una mañana te despiertas escupiendo sangre y te llevan a urgencias (otra vez) porque no para de manar de tu garganta.
-Tiene que hacer gárgaras con agua oxigenada rebajada.
-Puaaags... Al menos tiene descuento.

Y un buen día pasa la fiebre, la inflamación de garganta, la vomitona y demás síntomas:
-No me puedo mover... ¡Enfermera, que me muero!

Es entonces, cuando no puedes con tu alma, cuando te llaman del Tribunal Médico:
-Es usted una baga redomada que nos está quitando el dinero que tanto nos cuesta ahorrar, así que se va a volver al trabajo a hacer su vida "normal". Y no se le ocurra escupir en la comida de los niños para contagiarles.
-¡Mecachis!... Mi plan maquiavélico de exterminar infantes ha sido descubierto.

Y vuelves al trabajo:
-Jo, a hacer 60 tortillas de patatas.

Y regresas a casa del trabajo:
-ZzZZzzzzZZZzzzzzz

Y pasan los días del trabajo a casa. Haces la compra por internet, se te acumula la ropa sucia, tienes que cambiar las sábanas y el suelo comienza a tener una insana capa negruzco-verdosa:
-Debería limpiar... ZZzzzZZzzzzZZZzzzzzzz

Y para rematar el gozo, no tienes a nadie que te mime. Joooooo.

martes, 29 de septiembre de 2009

Escapadita al Balneario: Reencuentro con el escocés.

En anteriores episodios de "Medias de Bruja"...
Un señor muy grande y muy fuerte que debía ser hijo de un escocés me envolvió como una croqueta de algas tras pedirme que me pusiera un ridículo tanga de papel.


El día empezaba bien. Muy bien. El desayuno entró como nunca.
Una vez repletas y saciadas nos fuimos ni cortas ni perezosas al circuito completo por las aguas termales con muchos chorros, muchas burbujas y un baño turco. Allí, entre gotas de sudor que resvalaban por el cuerpo y el húmedo calor con olor a eucalipto, comencé a contarle a mi tía ReinaMora la sorpresa de cumpleaños que Pinceldepelodemarta y yo le habíamos preparado a ManoDerecha, narrándole de paso las aventuras y desventuras en la tienda donde adquirimos el regalo principal (un objeto de lo más común y que aún saca los colores en algunos círculos sociales).
Despues era el turno de los masajes. Una vez más, una señorita baja y con aspecto simpático se llevó a mi tía a otro cuarto, dejándome a solas con el Sr. Mclo.
Le miré.
Me miró.
Le sonreí ligeramente.
Me saludó.
-¿Tiene el bañador mojado?
-Es que acabo de salir del circuito.
-Entonces tendrá que cambiárselo. ¿Quiere un tanga de papel o prefiere las calzonas?
Cuando le vi la sonrisilla comencé a sospechar que todo el asunto le hacía mucha gracia.
-Bueno... Es que el tanga es un poco simbólico, ¿sabe? Creo que hoy me probaré las calzonas, a ver qué tal me quedan.
-Ya verá cómo son otra cosa, menos transparentes.
Me dejó las mentadas calzonas, que por lo visto eran de hombre (¿será que les da más vergüenza enseñar sus interiores?) y salió del cuarto. Miré las calzonas. Las calzonas no me miraron a mi porque no tenían ojos: Eran azules y largas, pero igual de transparentes que el tanga. En cada pernera entraban dos como yo, aunque la goma de la cintura era lo suficientemente estrecha como para no caerse.
Me las puse.
Posé un poco para mi adorado público imaginario antes de subir como buenamente pude a la alta camilla de masajes y entonces regresó el Sr. Mclo. Dio dos golpecitos suaves a la puerta antes de preguntar si estaba lista.
-¿A que las calzonas tapan más?
-Si, aunque podría ponerme a bailar hip-hop con ellas. Es que el tanga era un poco ridículo...
El masaje dio comienzo, ¡y vaya si dolía! ¡Pero qué manos! ¡Pero qué fuerza!
-Aquí ya estamos acostumbrados a ver gente desnuda. Vienen muchos pensionistas a tomar baños con el Inserso.
Sospecho que me estaba llamando anciana.
-Pero entiendo que pueda causar vergüenza.
Me imaginé a las abuelas con el tanga en la mano. Luego pensé en lo deslenguadas y picaruelas que se vuelven con la edad las señoras mayores, con su tendencia al destape y a decir guarradas que, en otros tiempos, las habrían hecho escandalizar.
Si, podía causar mucha vergüenza.
-Ejem. Si, es que es un poco ridículo... Con tanto volantito en la cintura y tan poco papel que tape...
-Si quiere le regalo uno, de recuerdo.
-¡¡Vale!!
No se si estaba acostumbrado a regalarle tangas de papel a las abuelas picaronas del Inserso o aquello le cogió de sorpresa, pero ni corto ni perezoso me sacó uno con las manos pringadas en aceite de romero y lo dejó a mi alcance para que pudiera llevármelo al terminar.
Y entre dedos y apretones, y el alivio de cierto dolorcillo de espalda fruto de mi trabajo, la conversación se desvió a un tema más normal como es el clima raro que hacía este verano.

Antes de irnos nos obsequiaron con un zumito y caramelos de picota, muy rico todo, muy vitaminado y mineralizado.
Estas navidades estoy intentando que repitamos experiencia, pero con toda la familia, para reírnos más. Me pregunto si el Sr. Mclo seguirá ahí para entonces...

sábado, 12 de septiembre de 2009

Escapadita al Balneario: La croqueta humana.

Anteriormente en Medias de Bruja: Mi tieta ReinaMora y yo nos fuimos a un balneario para que nos mimorrearan y nos pusieran wenorras de la muerte.

El día comenzaba bien. El desayuno buffet era grande e interesante, pero debíamos ser rápidas si queríamos hacer la digestión antes de que empezáramos con el extrés del agua. Y es que con un horario tan apretado dudábamos que fuéramos a terminar el día tan relajadas como nos habíamos fijado de objetivo.

Lo primero fue la sauna húmeda. Quince minutos de sudor y calor rodeadas de gente desconocida y un señor con mucho pelo en la espalda.
Después llegaron las aguas termales (previa ducha, eso sí). Había que llevar gorro y bañador, pero como el señor peludo tenía la cabeza despejada y no decían nada de un traje de neopreno en las normas se metió con las greñas flotando, sin hacerse trenzas ni nada.
Cuando terminó el circuito de chorros y burbujeos acuáticos nos mandaron de vuelta a la habitación o a hacer lo que nos placiera. Así que nos fuimos a comer al bufet, porque tanto ejercicio, oyes, nos había dejado derrengadas del todo.

Con la tripita llena y el bikini de repuesto nos encaminamos de nuevo al siguiente tratamiento: La croqueta humana.
Una señorita menuda y con aspecto delicado se llevó a mi tía a una habitación.
Pocos segundos después llegó un señor alto y fornido en mi busca. Según el horario, se llamaba Mclo.
Debe ser hijo de algún escocés despistado.
-¿Se ha hecho un tratamiento de este tipo alguna vez?
-¿Valen los pilings faciales?
Acto seguido y con una sonrisilla pasó a enumerarme los tres tratamientos que tenían. Uno era de chocolate, pero hacía demasiado calor y opté por las algas, el único en frío.
-Póngase ese tanga de papel y túmbese en la camilla boca abajo.
El hombre salió para dejarme intimidad y yo me dispuse presta a seguir sus indicaciones.
Lo primero fue quitarse el albornoz y el bikini. Lo segundo, abrir el paquetito del tanga y analizarlo detenidamente: Era de papel fino, casi transparente. De esos que se emplean para hacer patrones de ropa, aunque algo más flexible. Las tiras que cubrían lo que en teoría debía ser cubierto eran de tres dedos de grosor, lo que dejaba más bien poco a la imaginación. La cinturilla se veía fruncida con una goma elástica de las del pelo, dándole un aspecto volantoso y ligeramente faralá. Todo en conjunto mostraba un aspecto lamentable y poco confiable, no apto para vergonzosas rematadas.
El señor Mclo llamó tímidamente a la puerta. Entró y comenzó con suma delicadeza, casi sin tocarme, a encroquetarme con la pasta de algas fresquitas. Cuando llegó el crítico momento de darme la vuelta, se giró para darme la espalda y algo de intimidad.
-Tiene una toalla ahí al lado por si quiere taparse.
Miré la toalla, miré el no-tanga de papel...
-Para lo que me voy a tapar...
-Si, la verdad es que no cubre mucho.
-Bueno, me haré a la idea de que es una playa nudista.
Y así, medio riéndose y bromeando con el tanga como buenamente pudo, Mclo terminó de embadurnarme ahora con mucho más recato, asegurando y requeteasegurando que ya estaba acostumbrado a eso y que todos los cuerpos eran iguales...

To be continued.

En la próxima entrega de Medias de Bruja: Reencuentro con el escocés.