jueves, 25 de diciembre de 2008

Medias Cocinillas y el Misterio del Pollo

Era por la mañana temprano...
Bueno, muy temprano no. Realmente era por la medio día temprano.
Medias Cocinillas estaba cantando entre sartenes y vitrocerámicas cuando encontró un pollo en su frigorífico.
¿Qué puedo hacer con él?
Pensó ilusionada ante tan inesperado manjar.
¡Ya sé! ¡Lo meteré en la "cocote" con patatitas y limón!
Encendió el horno para que se fuera caldeando y comenzó con la limpieza del ave.

Mientras tanto, JimenaNena preparaba un rico paté al lado de su hija. Extractor, vitrocerámica, horno y radiador sobrepasaron el límite permitido de gasto energético y la caja de fusibles decidió saltar.
Ambas se miraron y, mientras JimenaNena iba a lidiar con los interruptores, Medias apagó el radiador.

Poco después, el pollo estaba listo para ser introducido al horno. Allí que entró. Dos horitas y media de cocción, horno apagado y el pobre animalito fue abandonado en la gruta para que se enfriara lentamente. Poco después la mente de Medias se centró tanto en comprimir en una sola maleta lo que llenaba tres, que lo desterró de sus pensamientos por completo.

Llegó la hora de ir a casa de ReinaMora para la reunión familiar de Noche Buena y entonces se acordó: Rico, rico y frió. Justo en buenas condiciones para ser transportado...
Abrió la cocote.
Vio un pollo crudo.
Lo tocó con el dedito para asegurarse.
Tocó un pollo crudo.
Dos horas de cocción. Pollo crudo.
Los engranajes en su cerebrito chirriaron dolorosamente. El horno estaba caliente cuando metió el pollo...


PD: El ave fue introducido a la mañana siguiente en el horno y, esta vez, sí que quedó cocinado. Pero luchó con todas sus fuerzas hasta los últimos segundos de vida y más allá. Al abrir el horno, la peste a podrido hizo historia. Libre hasta el final... E incomible.

Mercado Medieval. Día 2, parte 4 (y fin)

Afú... ¿Me acordaré de lo que pasó?

Si, si... Estaban en plena plaza céntrica, rodeados de críos. Como son fáciles de empujar, llegamos hasta la segunda fila y empezamos a disfrutar del espectáculo (cámara en mano, por supuesto)

Empezaron con una pequeña leyenda sobre las cigüeñas que tiene la ciudad y el por qué de dicha plaga. Ahora que la he oído, empiezo a comprender ciertas cosas...
Todos escuchaban atentos, incluso los críos. Pero cuando propusieron una actividad más bélica, los gritos inundaron el lugar:
-¿Os vais a pegar?
-¡Quiero ver sangre!
-¿Puedo coger tu espada?
Los gritos de los niños he decidido censurarlos debido a su alto nivel de crueldad.


La pelea resultó... Muy interesante. Ahora, no quisiera estar en su pellejo (mucho tiempo), se emocionaban tanto que creo que tendrán moretones hasta el día del juicio final. ¡Qué manera de saltar chispas entre los pendones! ¡Eso es tentar al fuego y lo demás son tonterías!

Es una lástima no tener cámara de vídeo, es algo digno de verse (mejor en persona)

Fin.