lunes, 7 de febrero de 2011

Habitación doble... ¿Sólos o compartida?

"La vida te da sorpresas. Sorpresas te da la vida..."

Mi escapada preferida siempre es a Lisboa. Me enamoró desde la primera vez que pisé su empedrado y siempre que puedo recorro sus calles. Alguien dijo alguna vez, no recuerdo quién, que el día que me perdieran deberían buscarme en Lisboa.
En cada viaje descubro algo nuevo; en esta ocasión, el bar con los mejores caipirinhas del mundo mundial. Nos presentó Camicaimán, culpable de más delitos tales como que me apuntara al gimnasio, que pase nada de tiempo en casa, fotografiarme más a menudo de lo que permito y otros menores relacionados con su suma maldad.

Y a Lisboa que nos fuimos los dos, hotelito de lujo por un buen precio, fin de semana largo por delante y tres cámaras de fotos (sin contar con los móviles, jijijijiji).
La habitación era estupenda, con ventanales, cuarto de baño 5 estrellas, minibar, albornoz... Y la peazocama.
-¡Uoooo, una cama grande!
Rauda me tiré en ella para probarla. Era una cama cariñosa, te acurrucaba y susurraba cosas bonitas al oído, conduciéndote al maravilloso mundo de los sueños... Y claro, la carne es débil, el viaje largo... Que nos pusimos a imitar a la marmota común, remoloneando y regodeándonos en nuestra pereza.
-Deberíamos ponernos en marcha...
-Psé...
-Y aprovechar el día...
-Psé...
-¡Uys! ¡Qué oscuro está esto!
Camicaimán y yo nos miramos. La puerta al abrirse nos había parecido la de los vecinos, pero esa voz estaba muy dentro del cuarto. En un segundo me puse en pie de un salto, reaccionando a tiempo mientras asomaba la nariz por detrás de la esquina del baño.
-¿Hola?
-¡Uy!
-Esto... Estais en nuestro cuarto.
-Anda, ¿también sois españoles?
-Eh... Si.
Se hizo el silencio.
-Mejor vamos a recepción a ver qué ha pasado.
-Vale. Pues... Suerte.
Volví a la cama, desabrochándome de nuevo el cinturón y a punto de reírme.
-Menos mal que no han entrado mientras hacíamos cochinadas. Eso sí que habría sido un corte de rollo.
Segundos después sonó el teléfono. Llamaban de recepción disculpándose por el pequeño fallo. Creo que si me hubiera hecho la ofendida habría podido sacarles el desayuno gratis.

¡Mecachis!

Después de eso decidimos darle uso a la caja fuerte. Sólo por si acaso volvíamos y nos encontrábamos a otra pareja probándose nuestra ropa interior.