viernes, 3 de julio de 2009

Ropa interior, un queso y la boda pija.

Había que hacer acopio de provisiones para el próximo viaje a Islafriki. Era necesario, era preciso, era... Esencial: Gorroneábamos casa y teníamos que hipnotizarles con comida típica para que no se percataran de la invasión que se les avecinaba.
Era sábado. Un sábado de finales de junio. Hacía calor. Mucho calor...
Después de una mañana nada productiva en compras, acabé en un centro comercial de mi querida ciudad: Llamémoslo X.
En X hay unas cuantas tiendas, dos de ellas de lencería. Una de ellas con rebajas anticipadas del 30 y 40% y, además, un 20% de descuento en todo sólo ese día.
La atraqué.
Una vez me hube apañado 5 conjuntos nuevos de provocación media, entré en Hipermercadodeturno. Allí, a parte de un bonito juego de cuchillos, adquirí provisiones para mis amigos frikis-isleños: Un lomo embuchado, unas roscas de alfajor y, lo más importante, un queso del Casar (quien no lo conozca aún, despiden un olor... fuerte, potente, un olor con personalidad propia y no demasiado amigable).
Después, fui al punto de reunión para encontrarme con Pinceldepelodemarta, Hermanapequeña y ManoderechadelDiablo (dejémoslo en Manoderecha). La peste fue detectada de inmediato y, después de la comida, mientras volvíamos a la tienda de lencería porque un descuento semejante no podía pasarse por alto... Descubrieron que procedía del queso.
Queso para arriba, queso para abajo... De tienda en tienda dejando nuestra impronta olorosa mientras discutíamos qué hacer con semejante especímen de lácteo ovejil, la gente nos dejaba, misteriosamente, espacio para maniobrar e incluso se apartaban corriendo de los mostradores que nos interesaban...
Cuando, de repente, surgió la idea de la cabecita pensante de Manoderecha.
-Pues mi primo me ha dicho que esta tarde hay una boda pija. Podríamos ir allí y abrir la bolsa del queso en medio de Santa María.
Dijo mientras sellábamos al susodicho en una bolsa especial para descubrir, segundos después, que la solución no era definitiva.
Ni tan siquiera el agradable olor de la droguería donde entramos después logró camuflar el rastro de nuestro nuevo amigo.
-Podríamos ponerlo un poquito al sol... Que tome un poco de olor... Y... ¡Zas! ¡En mitad de la boda!
-¡Ni hablar! ¡Que se estropea!
-Pero si sólo es un poquito...
-NO.- Fue la respuesta rotunda de Pinceldepelodemarta y mía.

Horas más tarde, y cuando ya habíamos conseguido que la gente nos eludiera al caminar (qué poco aguante tienen, oye), accedimos a ir a curiosear la boda. Pero sin abrir el queso ni nada, palabrita... ¡Que la gente salió de la iglesia porque quiso! ¡Nosotras no hicimos nada!

1 comentario:

Unknown dijo...

Pobre queso. Si nos decís que era amigo vuestro no nos lo hubiesemos comido.
X.D