domingo, 10 de enero de 2010

Tiendas, copas, baile... y rugby.

"El mundo ha cambiado. Lo noto en el agua... Lo noto en el aire..."

Era un día de chicas. El primer sábado de las rebajas y había que aprovecharlo. Nos juntamos las amigas y nos dispusimos a arrasar las tiendas en busca de las gangas anuales.
...Todo restos de las rebajas anteriores, pero para colmo eran los restos de Badajoz, como cada año.

La comida resultó, cuanto menos interesante. Una hamburguesería/bocatería/pinchería moruna en la que se jactaban de que sus hamburguesas eran como cuatro de la competencia. El menú infantil nos dejó más que saciadas.

Y luego, más tiendas con más restos que nadie había querido de la ciudad vecina.

Cenita en casa, pinturitas, ropita mona... ¡Y a mover el esqueleto!

Para quien no haya ido de marcha nunca por esta ciudad debo explicar que, hace unos años, existía un karaoke/sala de baile al que todos apodábamos "El Desguace". La edad media de los habituales de tal garito superaba los 50 y aquellos de menos de 40 trataban de evitarlo. Y es que no hay nada más patético e incómodo que lucir tus 25 lindos añitos y tener que eludir las pretensiones lascivas y alcoholizadas de quien te supera en 31 con creces.
Pero un día hubo una perturbación en la fuerza: "El Desguace" salió ardiendo. Los habituales se disgregaron y tomaron locales que antes pertenecían a la juventud.

De ésta manera la salida nocturna se transformó en la búsqueda de un garito en el que afincarnos a bailar sin que un pulpo octogenario tratara de meterte mano mientras la baba le cayera de una boca que apestaba a alcohol y tabaco.
¡Pero era algo imposible! ¡Hasta las calles estaban tomadas!
Y allí, a la puerta de uno de los locales, en una calle solitaria, ocurrió. Un señor de edad indefinida, con canas en el pelo y arrugas en la piel, tambaleante, dubitativo, se avalanzó contra mí.
"Contra esa, que si me caigo está blandita".
Esquivé a la derecha, él se giró mientras caía de nuevo hacia mí y se lanzó contra mis piernas. El placaje, con giro en el aire incluído, fue ineludible y me fui de cara al suelo. Cuando miré furibunda al señor borracho, éste, aún abrazado a mis piernas titubeó.
-Per...perdona... ¿Estás bien?
-Suelta, ¡ya!
Alguien salió corriendo del bar para hacerse cargo del hombre. Por el peinado y el traje, pero sobre todo por la anchura de espaldas, supusimos que se trataba del segurata.

Si es que ya no estás segura ni en una calle solitaria a las cinco de la mañana...

4 comentarios:

ill_communication dijo...

Ualaaaaa que fort!!!!

Medias dijo...

Si, lo se...
Es muy fuerte que nos echen las sobras de los demás...

Unknown dijo...

Juas!! Un octogenario te dribló?? Qué fuerte!! Que les das que los vuelves locos? X.D

Medias dijo...

Nonono, no era octogenario, le faltaban arrugas para serlo.
Y no lo se, pero cada vez que salgo me pasa algo (menos cuando voy contigo, ummmm)